La economía circular representa hoy una estrategia esencial para mitigar el impacto ambiental de los envases y empaques. Este paradigma propone un sistema en el que los productos mantienen su valor el mayor tiempo posible, minimizando el uso de recursos y maximizando su reincorporación al ciclo productivo. En Colombia, donde anualmente se ponen en el mercado 700 500 toneladas de envases plásticos, pero solo 3 % de estos es reincorporado a la cadena productiva, el diseño sostenible y la biodegradabilidad emergen como soluciones urgentes.
Ami Biodegradables, como actor comprometido en esta transformación, utiliza materiales compostables como: bagazo de caña, almidón de maíz, bambú y otros que se integran con responsabilidad en un enfoque de consumo ambientalmente consciente. A través de esta mirada circular, examinaremos tres ejes fundamentales: diseño circular, fortalecimiento del sistema de gestión posconsumo y alineación normativa y colaborativa.
1. Diseño Circular: desde el origen hacia la reintegración
El diseño circular considera desde el inicio la biodegradabilidad del producto, su facilidad de compostaje y capacidad de reciclaje orgánico. En este sentido, los productos de Ami reducen el consumo energético en su producción, son fáciles de reciclar y pueden convertirse en fertilizantes, además de contribuir a reducir el CO₂.
Este enfoque permite anticipar el fin de vida del empaque como parte de su ciclo natural, favoreciendo su retorno al suelo mediante compostaje. Así, el contenedor biodegradable deja de ser residuos y se vuelve recurso. Esto se alinea con los principios del diseño para la circularidad, donde cada parte del ciclo —producción, uso y disposición— está pensado para cerrar el ciclo material.
2. Gestión Posconsumo: retos y oportunidades en el contexto colombiano
Aunque los empaques biodegradables como los de Ami evitan la persistencia del plástico, aún hay desafíos en su recolección y gestión al final de su vida útil. Según estudios, se recolecta solo el 32 % de los empaques que ingresan al mercado, y solo un escaso 3 % logra una circularidad cerrada.
Además, programas como Visión Circular de la ANDI han logrado aprovechar más de 62. 000 toneladas de envases y empaques en Colombia. Esta iniciativa, activa en 245 municipios y con presencia en 29 departamentos, ha involucrado a más de 8.000 recicladores y busca alcanzar un aprovechamiento de más de 70 millones de toneladas en 2025 andi.com.co. Aunque está más centrada en plásticos tradicionales, es un modelo inspirador para replicar en el manejo de productos compostables.
Incluso, la formalización de recicladores y gestores es clave. La economía circular verdaderamente inclusiva se basa en fortalecer las redes que permiten que los residuos retornables sean valorados como materia prima, no desechos.
3. Marco normativo y colaboración para cerrar el ciclo
La ley colombiana ha dado pasos firmes hacia la sostenibilidad. Desde julio de 2024, se prohibieron ocho productos plásticos de un solo uso, y se prevé una transición progresiva para otros productos como cubiertos, bandejas y vasos. El sector público no podrá adquirir plásticos de un solo uso prohibidos, salvo que se trate de alternativas sostenibles como los biodegradables.
Este entorno regulador favorece a empresas como Ami, que ofrecen alternativas responsables. Además, el Plan Nacional de Gestión Sostenible de Plásticos de un Solo Uso contempla metas importantes: para 2025, se espera que al menos un 25 % del peso de ciertos productos plásticos de un solo uso sea efectivamente aprovechado; para 2030, se busca que el 100 % de dichos productos sean reutilizables, reciclables o compostables, y que al menos el 50 % sean aprovechados realmente.
A su vez, entidades como el Clúster Colombiano de Bioplásticos Circulares (CCBC) promueven la colaboración entre empresas, academia y sector público para impulsar I+D, modelos de negocio circulares y cadenas de valor sostenibles. Así, Ami podría integrarse a esta red para fortalecer su impacto, recibir apoyo técnico y ampliar su alcance.
Ami como pieza clave en la economía circular nacional
Ami Biodegradables está ubicada en un punto estratégico donde convergen innovación, responsabilidad y oportunidad normativa. Su propuesta de valor productos biodegradables, fáciles de reciclar y compostables responde de forma concreta a los retos ambientales del país.
Para consolidar su rol en una economía circular real, es fundamental:
- Diseñar soluciones integrales que contemplen no solo la biodegradabilidad, sino también la recolección y reintegración efectiva.
- Participar en iniciativas como Visión Circular o CCBC, sumando voz y recursos para escalar modelos circulares.
- Aprovechar el contexto regulatorio vigente, posicionándose como proveedor sostenible alineado con las metas de recuperación y aprovechamiento del Plan Nacional y la legislación en curso.
En conjunto, estas acciones permiten a Ami no solo ofrecer productos, sino liderar un cambio de sistema: un modelo en el cual los empaques ya no sean residuos, sino un recurso que regresa al ciclo natural y productivo.